El compromiso ético y político con el derecho a la educación: entre discursos y realidades

Abstract

A lo largo del siglo veinte el derecho a la educación fue formando parte, con intensidades irregulares, de las agendas políticas gubernamentales. Ello fue posible gracias a los cambios económicos y sociales experimentados en diferentes países que, tras vivir graves conflictos –entre otros: las colonizaciones opresoras y sus expolios, la creación de la deuda externa y sus coacciones y dependencias económicas, las guerras y sus consecuencias de violencias y éxodos, las dictaduras y sus inequidades y negación de libertades– fueron avanzado en la construcción de sociedades más democráticas, conscientes de la dignidad de todas las personas, de las generaciones de Derechos Humanos y de los valores vinculados como lo son la libertad, la igualdad y la solidaridad. En educación, los estudios, declaraciones y líneas prioritarias establecidas por Organismos Internacionales también auspiciaron los cambios en las políticas globales y locales, pero no siempre en las direcciones deseadas. Se han llevado a cabo reformas conducentes a no negar la educación para todas y todos, pero también otros cambios han producido los efectos contrarios. El balance que podemos realizar en pleno siglo veintiuno es desigual a nivel mundial, como desigual también lo es en el seno de los países. Mientras que para algunos grupos la educación no ha tenido barreras para el aprendizaje, para otros éstas se han mantenido e incluso se han generado otras nuevas derivadas de viejos y nuevos problemas mundiales.